Andrea Carranza Sanación Cuántica
No se trata de “cuchichear” sobre mi historia, sino de compartir las experiencias que me transformaron: de sentirme una pobre víctima de mi infancia a convertirme en Terapeuta que acompaña y ayuda a otras mujeres en sus procesos de sanación y empoderamiento .
Desde muy pequeña viví violencia, abusos, rechazo y el sentimiento de ser “poca cosa”. A los 7 años comenzaron mis pensamientos suicidas, y desde los 8 hasta los 27 años lidié con autolesiones, emociones intensas y relaciones y hábitos tóxicos que reflejaban mi dolor interno.
Cambiar de país me mostró lo que es sentirse ajena, rechazada, invisibilizada. Descubrí que por mucha distancia que pusiera, ningún lugar borra los vínculos invisibles que cargamos; solo al mirarlos de frente y sanarlos podemos liberarnos de verdad.
Atravesé etapas en las que pensé que me estaba volviendo loca. Pasé por psicólogos, psiquiatras, medicación… pero nada me hacía sentir mejor. Al contrario, me sentía atrapada en un cuerpo torpe por los fármacos, mientras por dentro era un volcán a punto de estallar. Ese miedo, ansiedad, angustia me llevó a buscar respuestas más allá de lo visible: a descubrir la importancia de limpiar y equilibrar nuestra energía, de sanar lo heredado y lo no resuelto.
Una pincelada de mi vida
Mi recorrido profesional
Soy fisioterapeuta de profesión, con más de 26 años de experiencia en clínicas de fisioterapia, medicina estética y centros holísticos. Durante ese tiempo aprendí mucho sobre el cuerpo físico, pero también comprendí que trabajar solo el plano físico ayuda, alivia, … aunque no se llega verdaderamente a una sanación y transformación real y profunda.
Mi verdadera transformación llegó cuando integré la parte profesional con la espiritual:
Nuevas Constelaciones Familiares
Radiestesia con Péndulo Hebreo
Sanación Cuántica (LNT)
Lectura y Sanación Akáshica
Estas herramientas me enseñaron que el cuerpo físico es un espejo: en él se manifiestan los traumas, las emociones atrapadas, las lealtades familiares y los bloqueos energéticos. Sanar en profundidad significa mirar también los cuerpos sutiles —emocional, mental, espiritual— y liberar lo que allí permanece atrapado.